Kamel Daoud: Explica el sueño de Al-Ándalus

Kamel Daoud: 'Estoy amenazado de muerte, sí, pero la humanidad también'
¿Por qué reclaman Al-Ándalus? 'Los fascismos funcionan con el mito de una tierra robada que le debemos devolver
'Hay falta de libertad para pensar el Islam, reformarlo, repensarlo y liberarlo de su toma de rehenes'
'Venceremos al terrorismo... El miedo es fuerte pero el deseo de libertad es incontenible. El miedo es legítimo. La libertad, necesaria.
Ha escrito: 'Al leer un solo libro el hombre se convierte en un fanático; al leer varios se hace más libre'
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ENTREVISTA
VIRGINIA LÓPEZ
Actualizado:11/08/2015 04:24 horas

Kamel Daoud está amenazado de muerte por decir lo que piensa sobre el Islam. Es el autor del libro Mersault, caso revisado, una obra en la que se reinventa El Extranjero, de Albert Camus. Es uno de los intelectuales más prestigiosos de Argelia, y uno de los que mejor consigue explicar algunos de los anhelos islamistas por recuperar la Península Ibérica. Por eso, sus palabras también suenan incómodas. En concreto, el presidente del Frente del Despertar Salafista, un imán autoproclamando que quiere prohibir en Argelia el alcohol y los bañadores en las playas, ha pedido su asesinato.

Aunque en el país de Daoud no existe la Sharia, aquel imán defiende que las autoridades deberían aplicarle la pena de muerte en alguna plaza pública por "desarrollar una guerra contra Alá, el Corán y los valores sagrados del Islam". Pero lo único que Kamel Daoud defiende, con coraje y también miedo, es el derecho a la libertad de expresión. "Soy un hombre que defiende su libertad", es una de las frases con la que se define. Y que no tiene pelos en la lengua. Hace pocos meses afirmó que "al leer un sólo libro, el hombre se convierte en un fanático; al leer varios, se hace más libre". No lo dijo directamente, pero se refería al fanatismo islámico. De sus paseos por Lisboa, en su viaje para presentar su obra, recuerda las calles cálidas y luminosas, y el olor de la sardina asada en la parrilla con sal gorda. "Y la sensación de poder pasear por la calle sin miedo", una sensación que lo acompaña siempre que regresa a Argelia. Y aún así, es en su país natal donde quiere seguir viviendo.

En primer lugar, enhorabuena por el Premio Goncourt 2015 al Mejor Debut Literario. La obra se ha lanzado traducida al castellano este verano, por la editora Almuzara. ¿Puede explicarnos de qué trata Mersault, caso revisado?
Es una metaficción. En la novela he imaginado la vida del hermano del árabe asesinado en El extranjero, de Camus. He dado vida, historia, cuerpo y nombre a un ilustre anónimo. Pero, sobre todo, es una novela en la que me interrogo sobre el significado de la presencia del hombre en el mundo y su libertad para defender y asumir una posición frente a los dogmas y a las trampas de la memoria.
¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir con esta obra?
No me gusta la palabra "mensaje". Eso me recuerda a los cánones de la literatura utilitaria comunista o socialista. La novela es una visión, un mito revisitado, una historia. Es como la vida de un ser: cuenta, narra, no se resume únicamente a un sólo mensaje. He querido contar la vida de un hombre que se defiende contra la memoria colectiva, contra el dogma religioso, contra la muerte, contra su propia madre.
¿Esta obra es una especie de respuesta a Albert Camus?
No, no respondo a Camus. La novela es un diálogo con un mito de la literatura universal, un texto nacido de un pretexto, una variación independiente de su centro, una continuación insolente, una independencia.
Como en El Extranjero, ¿cree que en la sociedad en la que vivimos, reina el absurdo?
Desde el momento en que matamos en nombre de una verdad, de un dogma, caemos en el absurdo. El absurdo moderno va del culto a los selfies, a la explicación de la violencia en nombre de un Dios o de la democracia. El absurdo da sentido a la vida, pero la verdad intolerante se lo quita. Si hoy en día los dogmas y las religiones regresan con violencia es porque tenemos miedo de las evidencias y también tenemos miedo de nuestra incomprensible presencia en el mundo. El absurdo no está en el hecho de que el mundo sea inexplicable, sino en el hecho de creer que tenemos la explicación definitiva, que no es negociable y que se impone a la fuerza.
En su caso concreto, ¿también se siente cada vez más un extranjero en su Argelia natal?
Cada vez que el dogma se impone como una utopía y que el colectivo se erige como una ley, el hombre siente la necesidad de su particularidad, se siente extranjero y busca lo que puede liberarle o defenderle. Me siento extranjero, pero como todos los demás argelinos.
Lo han acusado de iniciar una guerra contra Alá, contra el Corán y los valores sagrados del Islam. ¿Cómo interpreta esas acusaciones?
Es un abuso de todo integrismo. Pienso, disfruto y trato de dar un sentido a mis actos. Dios o la religión son interrogaciones íntimas, me niego a que sea objeto de inquisiciones. Vivimos períodos en los que parece que regresa la Inquisición en nombre de Dios, de Alá o de otras utopías. La Inquisición ve brujas en todas partes y las queman.
En una entrevista en televisión afirmó "al leer un sólo libro, el hombre se convierte en un fanático; al leer varios, se hace más libre". ¿Era una crítica contra los radicales que sólo leen el Corán?
Los radicales que leen el Corán, el Libro Rojo, la Biblia o la Torá. La biblioteca es el politeísmo del pensamiento, la variedad del mundo, la riqueza del cosmos. Un libro único reduce el mundo a una idea y reduce al hombre a la soledad del asesino o del náufrago. Un sólo libro no puede contener el mundo, lleva hasta el fanatismo y, de ahí, hasta la violencia y el asesinato. Me gustan los libros dispersos, que pueblan el mundo de lenguas y de variaciones.
Los libros sirven para luchar contra el fanatismo religioso. ¿Cree que aumenta en el mundo islámico?
El fanatismo es una religión en sí misma, que saca sus argumentos de las religiones. En la geografía dicha del Islam, vivimos esta horrible crisis que amenaza el mundo y a los seres humanos. Además, es importante subrayar que, en número, los yihadistas matan a muchos más musulmanes, en el nombre del Islam, que a los no-musulmanes.
Usted mismo ha sido víctima de amenazas de muerte a través de las redes sociales. Han pedido que se le asesine en una plaza pública por ir contra el Corán...
He estado amenazado de muerte, sí, pero la humanidad también. Eso no tiene peso frente a lo que vive una estudiante secuestrada por Boko Haram. Estoy muy atento a mi alrededor, pero no intoxicado.
¿Considera que hay falta de libertad para poder criticar el Islam? ¿Se siente libre para hacerlo?
Hay falta de libertad para pensar el Islam, reformarlo, repensarlo y liberarlo de su toma de rehenes. No somos libres, lo somos sólo algunas veces, y casi siempre con riesgo.
Históricamente, ¿cómo nació el radicalismo islámico?
Es complejo. Quizás nació a partir de las descolonizaciones fallidas, del fracaso de las ideologías alternativas, del Wahabismo financiado, sobre todo, por Arabia Saudí y sus cleros alimentados por el mecenazgo del reino, de las manipulaciones de los laboratorios de Occidente, de las dictaduras, de las escuelas, de los libros, de la muerte de las filosofías en el mundo llamado musulmán.
¿Es una cuestión religiosa o hablamos de terrorismo y poder?
El islamismo radical es una cuestión de poder y de dominación en el nombre de valores y de religión. Como todo fascismo.
¿Qué interpretación hace?
Lo que está pasando es que se está produciendo el hundimiento de los Estado-Naciones, de las filosofías y de las visiones sobre el beneficio de construir un imperio teológico basado en el nacimiento. Es duro decir así las cosas pero, a veces, es lo que pienso.
Parece una guerra entre Oriente y Occidente...
¡Rechazo estos términos! Es un abuso peligroso e injusto. Oriente está en guerra contra los monstruos yihadistas y Occidente también.
Después del ataque al periódico Charlie Hebdo, en París, ¿podemos esperar más atentados en Europa?
Sí, creo que habrá más ataques en Europa, pero también en nuestros países, en nuestras calles...
Algunas de las reclamaciones de islamistas radicales es la recuperación del Al-Andalus. ¿Por qué?
Los yihadistas reclaman el mundo como Califato de Dios, no sólo Al-Andalus que es el núcleo de una nostalgia diversa: para los iluminados, es un reino perdido de Dios; para nosotros, es el antiguo mito de una posibilidad de un Islam abierto y tolerante. Al-Andalus no es una tierra sino un sueño. Los fascismos funcionan siempre, sorprendentemente, con el mito de una Tierra robada que les debemos devolver: los nazis también lo hicieron.
Durante siglos, en la Península Ibérica convivieron musulmanes y cristianos, hasta que los Reyes Católicos expulsaron a los primeros. ¿Hay una venganza histórica detrás de esas reclamaciones de recuperación por parte de los yihadistas?
Los radicales juegan con este mito para reclutar candidatos y aprovechar emociones. El sueño de restaurar un imperio está manipulado política y emocionalmente.
Los que reclaman Al-Andalus, ¿tienen legitimidad histórica?
¡Claro que no! La Historia es un juego de geografía y de emociones. La cartografía es, a veces, una ciencia de emociones y de la memoria colectiva. Quizás lo que se pueda realizar es un Al-Andalus universal, no solamente español.
Una vez dijo: "Hemos creado una generación sin presente ni futuro que delira con el pasado". ¿Por qué cree que ha sucedido algo así?
Porque no hemos conseguido librarnos de las influencias totales de los mitos fundadores: las descolonizaciones y la epopeya del Islam. El sueño del regreso a un pasado coherente es más potente que el deber de habitar en el presente o poblar el futuro. El pasado tiene más sentido que el futuro.
¿Los jóvenes se hacen terroristas porque no ven un futuro mejor?
El terrorismo les ofrece el Sentido, con mayúsculas, el épico, la acción, la reparación y la solución. La violencia resulta legítima y recompensada. El odio resulta sublimado. Entonces matan, creyendo liberar a la gente y al mundo. Puede que otros simplemente se conviertan en terroristas por codicia, por pobreza o por los fracasos de sus vidas.
¿Quiénes son más peligrosos: los musulmanes radicales o los yihadistas occidentales convertidos?
Todos son peligrosos. Es un fenómeno que busca emociones. Y es internacional.
¿Qué puede hacer Europa para combatirlo? ¿Es culpable de dejar a sus jóvenes sin futuro?
Sí. Europa, y también mi país, Argelia, y todos nuestros países. Si no ofrecemos un presente y un futuro, entonces aparecen los fascistas, extremistas de la derecha o los yihadistas, que ofrecen la solución de un pasado imaginario.
Según usted, vivimos un "resentimiento poscolonial" que ha llevado al radicalismo islámico.
La colonización es de una violencia inaudita. Y los biznietos de esa colonización son quienes todavía recuerdan esa violencia. Es decir, el hijo que resulta de una violación, también vive la violación, a su manera.
¿Esa violencia nos hace menos libres?
Exacto.
En su caso, está amenazado de muerte, pero aún así niega a exiliarse. ¿Se siente libre para decir lo que piensa?
El miedo es fuerte pero el deseo de libertad es incontenible; estamos, a menudo, atrapados entre los dos. El miedo es legítimo pero la libertad es necesaria. ¿Qué hacer? Es la gran cuestión. Un amigo escritor francés, Jérôme Ferrari, lo ha tratado en su última novela El principio. El dilema de los científicos alemanes con el tema nuclear en el nazismo. Irse, pero, ¿a qué precio? Quedarse pero, ¿pagando con su vida? Las dos cuestiones, el miedo y la libertad, son las que construyen, muchas veces, nuestras historias de amor y de paz.
¿Estamos ante una guerra de civilizaciones?
No, es una guerra contra la civilización.
¿Pueden convivir juntos cristianos y musulmanes?
Pregunten a los ancianos de Al- Andalus que consiguieron hacerlo.
¿Hay solución para terminar con el terrorismo islámico o estamos condenados?
Nunca estamos siempre y totalmente condenados, excepto por la muerte. Vendrán las próximas generaciones. Nosotros participamos en la solución intentando resolver el problema y ahí está nuestra dignidad. El terrorismo se alimenta de los fracasos, de las injusticias internacionales, de la falta de cultura... Pero podremos vencerlo. El Wahabismo alimenta la ideología de este terrorismo, por ejemplo, con el dinero del petróleo que Occidente compra. La cadena alimentaria es una cadena caníbal. Hay que empezar por cada uno de nuestros países y sus debilidades. El terrorismo es una consecuencia, no una causa. Eso es lo que tenemos que asumir para poder derrotarlo.

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