Jean y John Comaroff entrevista Por Vivian Scheinsohn
1954. Un artista seminole teje artesanalmente. |
"La antropología siempre fue esencialmente comparativa. En Buenos Aires escuchamos a la gente decir “esto sólo pasa en la Argentina”. Y luego vamos a Sudáfrica y escuchamos que se dice lo mismo. Cada uno se piensa excepcional y, en realidad, suceden las mismas cosas en ambos lugares. Entonces ¿por qué cada uno piensa que es excepcional?¿Qué significa esa excepcionalidad?"
“El marketing étnico es un hecho”
En “Etnicidad SA” investigaron cómo ciertas etnias se transforman en corporaciones y pelean en el mercado por sus derechos. Aquí, los sudafricanos Jean y John Comaroff adelantan “Teoría desde el sur”, que explica por qué el 2001 argentino anticipó el crash económico mundial de 2008.
IDEAS, Revista Ñ 03/01/12
Por Vivian Scheinsohn
Al conocerse a fines de julio el asesinato de las turistas francesas en Salta, muchos periodistas argentinos les preguntaron a sus pares extranjeros si ese hecho afectaba la imagen de la Argentina en Francia. Lo curioso es que cuando un hecho de este tipo sucede en otra parte del mundo e involucra a una víctima extranjera, ningún periodista local se pregunta si podría afectar la imagen de su país. ¿Por qué entonces el crimen tiene un valor distinto cuando ocurre aquí? Jean y John Comaroff, un matrimonio de antropólogos sudafricanos, realizaron una serie de trabajos que pueden aportar una respuesta. Invitados recientemente a la Argentina por el IDAES (Universidad Nacional de San Martin) conversaron con Ñ.
-¿Cómo definirían la antropología?
-John: Tradicionalmente la antropología era el estudio de otras culturas. Pero el campo de la antropología se expandió, convirtiéndola en una disciplina que trata de explicar fenómenos de la vida cotidiana, tomando lo que damos por sabido y sometiéndolo a un extrañamiento. Por ejemplo, al hablar del crimen, los criminólogos estudian estadísticas. Nosotros, en cambio, estudiamos lo que significa para la población. Muchos antropólogos trabajan con otras culturas, pero hay antropólogos que aplican aquello que tenía que ver con el estudio de sociedades tradicionales al estudio de los contextos urbanos contemporáneos.
-Jean: La sociología y la antropología nacieron del mismo linaje. Hay aspectos de la sociología que la acercan a la antropología. Ése es el tipo de antropología que hacemos nosotros y que apunta no sólo a buscar significado cultural, sino a ocuparse de estructuras mayores; particularmente, el orden global.
-John: La antropología siempre fue esencialmente comparativa. En Buenos Aires escuchamos a la gente decir “esto sólo pasa en la Argentina”. Y luego vamos a Sudáfrica y escuchamos que se dice lo mismo. Cada uno se piensa excepcional y, en realidad, suceden las mismas cosas en ambos lugares. Entonces ¿por qué cada uno piensa que es excepcional?¿Qué significa esa excepcionalidad?
-¿Qué fue lo que los llevó a estudiar antropología?
-Jean: Tenemos una historia particular porque crecimos como africanos blancos bajo el apartheid. Nos criamos como si la única cultura o civilización fuera la europea y blanca, aunque en la calle todo era africano. Pero ese mundo, no contaba culturalmente. Y si ibas a la universidad y estudiabas literatura, estudiabas literatura europea. Antropología era la única disciplina que hablaba del mundo donde estábamos y que se centraba en África. Como dijo John, se trataba de una disciplina relativizadora y comparativa, lo cual era bastante radical porque en la universidad era la única disciplina que se planteaba extrañarse de esa realidad.
-John: Ante el apartheid, en tanto jóvenes, teníamos que optar entre cerrar los ojos y hacernos cómplices del neocolonialismo, o cuestionarlo profundamente, pero sin tener demasiados puntos de partida. No podíamos leer a Marx ni textos producidos por la izquierda. Todo estaba profundamente constreñido. La antropología, que para la crítica era vista como parte del colonialismo, para nosotros fue una de las pocas formas de escapar de él.
-¿Entonces su elección tiene que ver con una especie de militancia política?
-Jean: Sí, era tratar de darle sentido al mundo en que vivíamos. Vivías en una casa cuyo frente daba hacia la ciudad europea, pero en el patio de atrás había música, energía, otra vida y ahí era donde entraban los negros. Posiblemente las relaciones afectivas más cercanas, las más emocionales, las tenías con los negros. Es muy interesante que la mayoría de las mujeres novelistas sudafricanas, como Nadine Gordimer, hablen de esa división entre un escenario y una trastienda. Las mujeres blancas compartían la esfera doméstica con mujeres negras.
-John: Pero el régimen también había producido antropólogos que justificaban el apartheid.
-Jean: La gente que nos daba clases era muy conservadora. Monica Wilson, hija de un misionero que creció en una comunidad de lengua africana, a las 8 de la mañana y con 40 grados, nos daba clases con su uniforme de Cambridge. Pero lo que nos enseñaba era subversivo: nos decía que había otra forma de entender la vida. En el terreno de la antropología lo subversivo era el descentramiento, darse cuenta de que la forma en que se organizaba la ciudad era política: nunca pasabas por casas pobres, porque la ruta no iba por ahí.
-John: Monica Wilson escribió sobre la brujería y terminaba diciendo que para entenderla había que mirar los juicios del maccartismo en los EE.UU. Así, mostraba que la brujería, supuestamente una práctica supersticiosa africana, tenía la misma lógica que el anticomunismo norteamericano. Entonces una perspectiva africana le arroja una luz totalmente distinta al capitalismo norteamericano contemporáneo. Estábamos entre 1964 y 1966, un momento de bastante agitación en la universidad, a pocos años de la masacre de Sharpeville y de la prohibición del Congreso Nacional Africano y el Congreso Panafricanista, en la época del Poqo, brazo armado del Congreso Panafricano. Muchos profesores comenzaron a dejar la universidad.
-En “Violencia y Ley en las poscolonias…” ustedes proponen algo parecido. Dicen allí que el desorden del Sur está íntimamente relacionado con el orden del Norte.
-Jean: Se tiende a ver el sur como el lugar de los totalitarismos, las dictaduras, el fascismo. Pero el nacionalismo Afrikáans, de Sudáfrica, fue modelado sobre la base del nacionalismo alemán.
-John: Casi todo el gabinete del primer gobierno que le dio existencia formal al apartheid, durante la guerra, estuvo en la cárcel.
-Jean: –La gente piensa que esto sólo pasa en el Sur, pero basta con ver el caso de Irlanda del Norte o el de Oriente Medio…
-O los recientes disturbios de Londres…
-Jean: Exacto. Y la situación en Londres se relaciona más con Theory from the South [Teoría desde el Sur], un libro nuestro, que pronto se va a traducir aquí. Lo que argumentamos ahí es que, bajo las condiciones actuales, las fuerzas locales se juegan primero en el Sur y anticipan lo que va a pasar en el Norte. Ese es el caso de las políticas de rebelión contra el desgaste de las clases medias, la falta de empleo, la falta de previsión social, que estuvieron dándose durante largo tiempo en el sur y que ahora empiezan a manifestarse en el Norte.
-John: El 2001 en Argentina, el 2008 en EE.UU. La misma teoría económica. Pero los norteamericanos no podían pensar que Argentina fuera su antecedente porque está en el Sur.
-Jean: El crimen pasa en el Sur, mientras que en el Norte todo es legal. Pero esos negocios oscuros del sur están conectados con los que en el Norte son legales. La conexión no se ve por la colonización de la conciencia, vale decir, a la gente que fue colonizada no sólo le sacaron sus tierras sino que también le colonizaron la forma de ver el mundo.
-John: Frantz Fanon, Régis Debray, Steve Biko consideraron que los sureños se hicieron cómplices de su propia dominación y por eso insistieron en una descolonización de la mente. En nuestro libro sólo le damos voz y un andamiaje teórico a una larga tradición del Sur. Las voces más preclaras y revolucionarias siempre vinieron del Sur, pero nunca fueron escuchadas por el modo en que se estructura el poder en el mundo.
-¿Cómo fue recibido ese libro?
-Jean: Escribir desde Africa o sobre el Sur implica saber que va a haber mucha gente que jamás va a leerte. Muchos editores nos dijeron: “No pongan África en el título de su libro”. Coetzee tiene una novela llamada La novela en África donde plantea que un escritor africano no puede hablar con una voz universal. Y creo que eso es un poco verdad para todos nosotros. Muchos colegas de la India, Africa o Latinoamérica sienten que, aunque escriban en inglés, no son leídos.
-John: –Nuestro libro Etnicidad SA vendió 20.000 ejemplares en un año y medio en EE.UU. y Europa. Probablemente si se hubiera llamado “Etnicidad SA en Africa” no habría vendido eso.
-Al escribir “Etnicidad SA”, ¿pensaron en un público académico o extra-académico?
-Jean: En ambos, porque el fenómeno se da en ambos mundos. El concepto de etnicidad ha sido usado de manera diferente en la academia y a nivel popular. Pero la incorporación del marketing a la etnicidad es un hecho y tiene que ver con cambios en la naturaleza del mercado y del trabajo, pero también con un proceso de convertir ciertos fenómenos en mercancía. Cada vez se convierten más y más cosas del mundo en mercancía: la cultura, la ética, etcétera. Vemos un proceso por el cual la gente trata de hacer política y, al mismo tiempo, ganarse la vida con este fenómeno. Así, mientras se comparte la lógica del capital, con frecuencia también significa que la gente emprende negocios más sustentables: hace viable que gente que tiene algo bello que ofrecer, como artesanías o danzas, pueda ganarse la vida con ello. Pero muy pronto eso se convierte en una mercancía que el capital competitivo trata de apoderarse. O sea que, a largo plazo, no es sustentable.
-John: Para prosperar, el capital corporativo debe excluir. Y cuando el grupo se transforma en una mercancía, es más la gente que queda excluida que la que es incluida. Finalmente, termina haciendo lo que hace el capital. Replica las desigualdades en su interior. Es un fenómeno complicado ya que los sectores más desposeídos son los que más retienen la conexión emocional con la identidad. Si se piensa en la era de Bush, surge la pregunta: ¿por qué los estadounidenses lo votaron de nuevo? Hay norteamericanos profundamente empobrecidos que te dicen: “Pero este es el mejor país de la Tierra… si sólo pudiera encontrar una forma de realizarme, el sueño americano sería mío”. Ven el problema como una cuestión individual y no colectiva.
-Ustedes en “Etnicidad SA” dicen que las etnias se convierten en corporaciones. ¿Por qué?
-Jean: Los grupos étnicos, en lugares como Latinoamérica y Sudáfrica, reclaman su soberanía. Como grupos soberanos son preexistentes al colonialismo. Los nativos norteamericanos reclaman un derecho previo a la colonia y por lo tanto el derecho a ser una excepción a la ley. Por eso abren casinos, algo que la ley no permite. Estos grupos hicieron fortunas y comenzaron a comportarse como una corporación. En Sudáfrica, ciertos grupos que realizan reclamos históricos de territorios también tienen derecho a la explotación del platino y se conforman como corporaciones donde las jefaturas tradicionales se mezclaron con los CEO y los miembros del grupo son accionistas. Si se empieza con la cultura y se la transforma en una mercancía, lo que pasa con frecuencia es que el grupo se organiza como una corporación. La idea de una corporación étnica es que todos sus miembros son iguales. Se supone que comparten una cultura, que no hay virtuosismo individual. Por otro lado, esos grupos que se convierten en corporaciones comienzan a reinventar su identidad cultural.
-John: Por ejemplo, los Bafokeng –que manejan la explotación de platino en Sudáfrica– tienen como empleada a una alumna nuestra, antropóloga norteamericana. El rey encargó un programa de enriquecimiento cultural, su primera tarea fue leer Etnicidad SA.
-¿Tras estas corporaciones está la idea de tomar el poder?
-Jean: No. Nosotros hablamos de esto con unos líderes indígenas de EE.UU. y ellos nos dijeron que lo que hace ahora a la política es el mercado. “Si queremos vencer a nuestros dominadores coloniales, tenemos que vencerlos en el mercado”, nos dijeron. Los seminole ahora son propietarios del Hard Rock Cafe y te dicen: “Nuestros ancestros vendieron Manhattan por un puñado de cuentas de collar, nosotros vamos a recuperarla, de a una hamburguesa por vez”.
-John : El caso de Evo Morales es distinto: movilizó una base étnica en la lucha por los derechos del agua y eso lo catapultó a la política nacional. Y no es algo distinto a lo que hizo Zuma, el actual presidente de Sudáfrica, que usó su base zulú para proyectarse en la arena política. Pero eso no es lo mismo que cuando los grupos étnicos se convierten en corporaciones. El último paso se da cuando las naciones se convierten en corporaciones. Pasó con Rusia y con Brasil. Y Escocia se está transformando en una marca. Y una de las primeras cosas que vendieron fueron sus genes. Si uno supone que el derecho a la existencia más apremiante está en la vida misma y la ciencia contemporánea ve a la vida recayendo en los genes, entonces se produce la conexión: identidad es genética. Sin los genes no podés llegar a la existencia. Después viene la elección.
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