La mortandad de los yámanas, por Martín Gusinde

Por Martín Gusinde

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La mortandad en masa de los yámanas empezó poco después de la fundación de la estación misional anglicana. Como en ella se reunían muchos indígenas durante casi todo el año y anclaban allí muchos buques argentinos, se explica porqué estalló precisamente en ese lugar la epidemia que alcanzó a todos los que se hallaban presentes en la estación. Las colonias misionales, Ushuaia más que ninguna otra, se convirtieron en escenarios de desolación. Los misioneros se dieron cuenta de la amenazadora situación en la que se hallaban envueltos ellos y los indígenas. Estos últimos abandonaron temerosos las estaciones infectadas y contaminaron desgraciadamente las regiones de sus compatriotas, que hasta entonces habían permanecido inmunes. Y mientras éste y aquel grupo yacían bajo los enigmáticos síntomas de la enfermedad, traía otro nuevo buque una nueva infección. Los más duros estragos se desarrollaron hacia el año 80 del pasado siglo. Los misioneros se vieron impotentes ante la incontenible mortandad de los indígenas. Estos calificaban a Ushuaia como el "cementerio de su tribu", y desde entonces no frecuentan aquel lugar en donde la burocracia argenrtina originó también no pocas molestias. Los aislados gérmenes patógenos se propagaron con extraordinaria rapidez. Para los contagios los pueblos primitivos se mostraban mucho más sensibles que los civilizados, en la que la sucesión de generaciones produce cierta inmunidad. Nada se exagera cuando se atribuye a la tuberculosis la mayor parte de las muertes entre los yámanas desde el establecimiento de los europeos. Con esta plaga competía en voracidad el sarampión, presentado por primera vez a fines de 1884. En comparación con las terribles pérdidas de vidas humanas que hay que atribuir a estas dos enfermedades infecciosas, significan bien poco los casos de fallecimiento por otras epidemias; nos referimos a la viruela, tos ferina, tifus, gripe, sífilis y algunos otros males. ¡Tristes presentes con los que el europeísmo obsequió a los yámanas! Las familias que por permanecer en el bosque no habían tenido contacto con los europeos se mantuvieron sanas por algún tiempo, hasta que el fin siguieron la misma suerte de sus compañeros de tribu. Con la más extraordinaria rapidez se despobló el archipiélago meridional. Por los efectos de las graves epidemias y sospechosas innovaciones que, como secuela de los blancos, tomaron carta de naturaleza en la región de Cabo de Hornos, la primitiva población de cerca de 2.500 miembros de la tribu habían descendido a fines de 1945 a poco menos de cincuenta. Así se expresaban las últimas noticias que pude recibir con referencia a este punto. Desde esa fecha ha seguido disminuyendo dicha cifra. Dentro de poco no habrá ningún yámana. (*)

Nota: hace algunos años falleció Rosa Milic, la última yámana.

(*) Fuente: Martín Gusinde, Hombres Primitivos de la Tierra del Fuego.

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