Padules - Breve Historia

Su nombre significa "pequeñas lagunas", porque cerca de la población habí­a muchos manantiales. Su origen es hispano-romano, aunque otros piensan que es de origen árabe. Existe en toda la zona una gran riqueza arqueológica, señal de poblamientos de otros tiempos.
Durante la época nazarí­ perteneció a la taha* de Lúchar. La conquista cristiana a finales del siglo XV y la sublevación morisca de 1568 y su posterior expulsión del Reino de Granada, marcarí­a su historia hasta nuestros dí­as. En el 1569 don Juan de Austria se instala aquí­ con el fin de terminar con el levantamiento de los moriscos.
De origen incierto, la floreciente historia de Padules empieza en la época morisca. Fue escenario de la revuelta morisca de 1.568 y lugar de realengo, teniendo como residente a Boabdil y temporariamente a Don Juan de Austria quien se encuentra allí, en un rincón de la disputada sierra con el rey de los moriscos Muley Abdallah Abén. Es la hora de la paz. Es la Paz de las Alpujarras, que pone fin a la última gran guerra del período histórico de la Reconquista.

*Taha, ta'a, comarca, distrito. Taifa, ta'ifa, cada uno de los reinos en que se dividió al-Andalus al disolverse el califato.

Padules. Historia.


Una de las sacudidas más fuertes de la zona fue la revuelta de los moriscos y la consiguiente repoblación, que se efectuó con castellanos viejos. 

La revuelta morisca 

Aunque a partir de octubre de 1570 las rendiciones de los moriscos fueron masivas, varios miles siguieron resistiendo. La mayoría se refugiaron en cuevas, tan abundantes en las Alpujarras, donde muchos de ellos murieron asfixiados, ahogados por el humo de las hogueras que prendieron las tropas cristianas en sus entradas para obligarles a salir.

La tercera fase de la guerra se inicia en enero de 1570 cuando, ante el grave cariz que tomaba la revuelta, el rey Felipe II destituyó al marqués de Mondéjar como capitán general de Granada y nombró a su medio hermano don Juan de Austria para mandar a un ejército regular traído de Italia y del Levante, que sustituyó a la milicia local. Don Juan de Austria conquista y ordena destruir Galera el 10 de febrero, después de un asedio de casi dos meses; el 27​ en marzo conquistó Serón dirigiéndose a continuación a la Alpujarra a finales de abril, instalando su cuartel general en el campo de los Padules, donde se le unió un segundo ejército al mando del duque de Sessa, Gonzalo Fernández de Córdoba, que había salido de Granada en febrero y había atravesado la Alpujarra de oeste a este. Al mismo tiempo, un tercer ejército al mando de Antonio de Luna y Enríquez de Almansa había salido de Antequera para alcanzar la sierra de Bentomiz, otro de los focos de la rebelión morisca, a principios de marzo.

Los moriscos de Granada que sobrevivieron (se estiman unos 80 000) fueron deportados a partir del 1 de noviembre de 1570 hacia otros lugares de la Corona de Castilla, especialmente hacia Andalucía Occidental y las dos Castillas.

Tras la expulsión de los moriscos en 1570 la repoblación de la zona se llevarí­a a cabo con cristianos viejos, en su mayorí­a procedente de Andalucí­a Oriental, Castilla-La Mancha y Valencia.

En esta zona la mayoría de los repobladores provenían de Andalucía, ya que el Andarax fue repoblado en 1574 por 810 vecinos, que se distribuyeron por las 4 tahas.
Andalucía aportó 283 vecinos, lo que supuso el 34,9% del total. La actual zona de Castilla-La Mancha con 195 repobladores, que representan el 23,9 por 100. El tercer aporte en importancia es el de Valencia, con 131 repobladores, el 16,1% del total. A estas regiones le siguen Murcia, Castilla-León, Extremadura y Galicia. De la zona andaluza, Jaen aportará la mayoría de la población, el 59,7%, seguida del Granada, con un 21,9%, Córdoba con un 11,3% y Sevilla con un 7%.

La Guerra de las Alpujarras fue un conflicto en el que se enfrentó la aspiración desesperada por reinstaurar la situación política, económica, religiosa y social desaparecida por la caída del Sultanato nazarí en 1492, con una determinación inquebrantable por mantener el control del Reino de Granada para asimilarlo totalmente al resto de la Monarquía Hispánica. A esta peligrosa situación se sumó la pasión desatada por unos excesos religiosos que impregnaron de barbarie una lucha ya de por sí exacerbada.

No hay verdadera conquista sin repoblación, sin ocupación efectiva del territorio ganado con las armas. Este es un aserto perfectamente comprobado en el largo tiempo de la “Reconquista” hispana, es decir, de la conquista cristiana de la Península a partir del siglo VIII y hasta el XV. El caso del Reino de Granada se atiene a ese axioma como ejemplo irrebatible. La guerra y la repoblación paralela (1482-1492, la llamada Guerra de los Diez Años) desarrolladas por los Reyes Católicos se tradujeron en una ocupación muy escasa del territorio, apenas un 25% mediante los preceptivos repartimientos. No sería hasta la finalización de la Guerra las Alpujarras en 1571 cuando el panorama cambió por completo.

Fig.1. Cuenca del río Andarax. 

Fig.2. Región de la Alpujarra.

Fig.3. División de Alpujarra en tahas.





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