El descubridor ignorado
En 1878 Chiron excavaba en la cueva de Le Figuier con muy buenos resultados, por lo que decidió ampliar sus trabajos a la gruta que había visto al otro lado del valle. Su propietario, que la había acondicionado para guardar ganado, era un pastor, Jean-Louis Chabot, con el que tenía una buena relación y le permitió excavar en ella. Chiron empezó a excavar y enseguida dio con un nivel estratigráfico en el que abundaban los útiles prehistóricos. Pero lo que más le llamó la atención fueron unas líneas en las paredes que formaban una maraña indescifrable. Tras examinarlas se dio cuenta de que no eran naturales, habían sido grabadas y se trataba de trazos antiguos, pues una capa de calcita las había cubierto con el paso del tiempo. El arqueólogo aficionado creyó distinguir en aquella confusión de líneas la representación de varios pájaros con las alas abiertas. En realidad, se trata de varios mamuts superpuestos, aunque hay que reconocer que distinguirlos es casi una hazaña visual. Intrigado...